Una vez
sobre nosotros
se cayó la tierra
-sin duda-
Los relojes golpeaban el suelo
con violencia
yacían
pendulares
mientras el polvo tapaba los ojos
una vez más
entre nosotros
los platos esperaban
las rondas
los jengibres
los aplausos
el vino cruzaba nuestros ojos
las gaviotas se entregaban
en furia arriba contra el aire
y sobre nosotros
suicida
caía un mundo y nos vaciaba
los ojos a la mesa
a mares
las manos cruzadas
estallando
alrededor
qué solos
en silencio
ponemos el vaso en el mantel
y levantamos el cuerpo
y como esos relojes pendulantes
nos golpeamos
ahora en el aire
ahora en el miedo.
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