lunes, 5 de enero de 2009

Cavemos


Cavemos

               profundo en el pecho

 

que llegue al aire

                             al fuelle

y que erosione

descomprima

                       del cuello

                                       la zarpa/el grito

y deshaga este nudo y alivie y reviva uno

con el cabello encendido

y el  ojo alerta

                        angular

                                     premonitorio

 

Cavemos más profundo

hagamos una vía de retorno

una escalera a la piel de los otros

                                                      al abrazo

al astro que nos da un norte

 

Lleguemos

con las palas

al desagüe

                 al fondo

 

tal vez podamos

armar las porcelanas

dejar a las gaviotas en el aire

y dormir

               con las ruinas abiertas.



Lo lejos


Lo lejos

como el frío de la noche

                                       danzando

entre los barcos que se llevan los ojos

un horizonte

un ancla

por allí

 

el mar partido

                      en el amor

el viaje sin país

en alguna dirección

                               a la tristeza

 

como si todo fuese de cabeza

al fondo

en la curva

esparcido en migajas

en alguno de los pechos

del que mana el viento

 

a lo lejos el grito desvariado

el cielo hirviendo

“quien se viene” se escucha

a la luz pintada en el cuerpo

 

no se canta ya

apenas se mira el abismo

se deja caer

                  incomprendida

un lágrima final.


Intentando seguir


En lo más lejano de mi

en lo más recóndito

en esa sombra a mis espaldas

abandonado al ras

 

en lo más hondo

bajo piel

sin el aire de la tarde

 

no sé dónde

 

corriente abajo

entre el humo silente

de la voz

con este cuerpo

vivo

algo se hace cúmulo

se pega a la garganta

como un libro

 

tal vez se abran cajones

se rompan muros

                           detrás

                                     y se amarren

fondeen en ese abismo

en esa muerte

tal vez como espectros torrenciales

se aferren a los hilos

y lleven la carga

                           de lo que ya esta lejos

 

allí

en lo más lejano

como si esperase el puente aun no construido

pacientemente

miro las líneas de las manos

 

intentando seguir.



Tiempo mio


Son actos

relojes remotos

son pasos dados

gritos en el aire

 

son series de voces

palabras en las manos

el pulso de la sombras

 

son bárbaros dolores

la silueta de la muerte

en la ropa perdida de la madre

 

son mis ojos en ella

que mira el mar y mi espalda

alternativamente

son mis párpados que callan

y cierran el alma

 

es el aire cada vez más difícil

el calor que sale

el frío que quiebra

y los monstruos que cobijo

 

es el silencio en la planicie vacía

la voz y el eco

                        solos

esperando hasta el dolor

el rayo que parta la tierra

y saque sangre en el barro

algún brillo

                  algo vivo

 

es esa vejez no tan a lo lejos

el cansancio al despertar

 

es el aire quieto

la desesperanza

o la suma de los actos

que acumulan errores

es mi tristeza

                    la de otros

que atesoro con cuidado

relojes remotos

tiempo mío.

 

 

A coro...


A coro mis ojos y tus ojos

danzando

               por las venas

tocados

reanimados sobre la tierra

                                          al viento

 

al viento

empujados

                 al aire como hojas secas

reticulados

                 en flor

nacidos apenas

ciegos de aire

 

como hojas blancas

                               a punto de vivir

tu pierna mi pierna a dúo

en este país escrito por fantasmas

 

aun nadaba al viento

en recta haciendo un surco

entre las hojas tuyas

                                 sin nombrar

buscando tus manos en el aire

 

vamos

cruzamos

tu voz mi voz al humo

buscando tu palabra que me diga

del árbol enraizado en ti

donde anhelo perderme.



Desde los ojos


Desde los ojos

detrás de ellos

donde saltan en pedazos las ventanas

 

desde los párpados callados

huérfana la boca

sale como sombra

                               tosca

y se quiebran los vidrios en el aire

 

y en cada pedazo

                            en el filo

entretejido danza hacia la tierra de las huellas

este golpe que rompe el esternón

 

es el sombrío reloj que marca una muerte

una huella al final

como las piedras

                           mudas

 

allí estamos al borde de algún puente

 

de qué lado las palabras

de cuál la tierra abrupta

el tenso invierno entre las manos

de qué lado el bosque

                                     el aire herido

                                                           ciega la boca

 

desde lo ojos una estrella

                      una vigilia

la espera que levanta el cielo

cuando

             tardío

vuela un horizonte

y al final

               algo de polvo

delata una sombra.



Leve


Leve

tu distancia es leve

pende del hilo

en la otra mitad de la sábana

 

tu distancia es leve

basta estirar un corazón

y tocarte allí donde estás

del otro lado de la cama

llegando a mi abismo.



viernes, 12 de diciembre de 2008

Es visible



















Well, de Inés Gonzalez





Es visible

como si se encendiesen las llaves

y las puertas rompieran con una furia

                                                             de mandriles

el latido de la boca

 

hay un salto

                   una orilla

un inanimado remo al borde de la arena

 

y allí están

como un retorno prohibido

                                            a las edades

allí están la mano yerta y el silencio

en una pelea terrible contra el tiempo

en una caricia al filo de la muerte

la mano destellando

                                  la noche arriba

 

quién anda en la sombra

dónde los leones, los lobos

dónde orbitan domésticas las almas

dónde queda el timón

dónde los ángeles

                            la luz final

 

la noche se derrumba sobre mi

                              

un enjambre de átomos oscuros

cae  me lanza

a una huella/a otra

hasta la última puerta de la casa.



En algún lugar


En algún lugar

a ciegas

tanteo los bordes

escucho los silbos

los insectos perdidos en la tierra

 

En algún lugar indefinido

pendo del viejo corazón

estrello nombres

tallo palabras en los muros

 

para no olvidarlas

 

En algún lugar

                        en sombra

acecho el labio

 

ante mi hay sólo humo

manos de humo

una lengua que dibuja en el aire

con su trazo de alcohol

poesías al azar

                        exánimes.



Contigo


Contigo

arrancado de plano

                                toda la noche

con mis dedos entretejidos

en la piel

                que me quema

 

contigo/a través

en el nudo de tu boca

hasta los huesos

tiritando la voz

                        ante ti

mientras rebota el corazón

que busca llamas

 

contigo

a tu costado

quieto

desemboco

en el lugar/la orilla

que dibuja caracoles

algas negras

viejas maderas traídas de la nada

 

Al lado tuyo

miro el mar

                   lejos

mientras el reloj

nos cae de golpe

y buscamos

                     con las manos

el tiempo

el puerto

la piedra al final

                           premonitoria.



De pie



De pie

como caña

                  enjuto

sostenido por el pasado corazón

 

no debe haber mentido tanto

                                              todo él

para alzarme en estas avenidas

 

Levanto la vista

y dejo chocar los ojos contra las viejas cúpulas

 

pienso “es el país”

 

por allí huyen los amigos

en estampida

                      poco felices todavía

 

levanto la vista

de la mano en el sentido del reloj

miro los innumerables puntos en el aire

busco Aldebarán donde nunca supe

 

los amigos se están yendo

me deshabitan

                        desalojan

un pie cae en lo apenas germinado

 

pienso “triste”

 

la calle me despierta tarde

no soy audaz: no danzo

pero el pesado corazón

                                      el mismo

sigue manteniendo en mi los viejos edificios

 

es la ciudad

                     el árbol que crece en la pared

y el nombre en el tronco

                                       en la raíz

 

 

un lugar donde quedarme.



Los ojos hacia ti


Los ojos hacia ti

                           como al faro

huyendo del naufragio

 

en la tormenta

esquivo a la violencia del agua

trato de terminar el viaje

 

apelo a luz de tu cabeza

a la fuerza amansadora

                                     de la mano

al timón que esquiva el golpe

 

tu boca

             es un puerto bienvenido

un pañuelo de gaviotas

 

hacia ti los remos

golpeando con desesperación

bogan al límite

 

el cuerpo navegable

alguna isla de arena

donde mi pecho se contagia

pulsa

           al final

                        el latido del faro.



Una vez



Una vez

                sobre nosotros

se cayó la tierra

                   

-sin duda-

 

Los relojes golpeaban el suelo

con violencia

                       yacían

                                   pendulares 

mientras el polvo tapaba los ojos

 

una vez más

                       entre nosotros

los platos esperaban

las rondas

los jengibres

los aplausos

 

el vino cruzaba nuestros ojos

las gaviotas se entregaban

en furia arriba contra el aire

 

y sobre nosotros

                            suicida

caía un mundo y nos vaciaba

 

los ojos a la mesa

                             a mares

las manos cruzadas

estallando

                 alrededor

 

qué solos

                 en silencio

ponemos el vaso en el mantel

y levantamos el cuerpo

y como esos relojes pendulantes

                                                   nos golpeamos

 

 

ahora en el aire

ahora en el miedo.

 


miércoles, 5 de noviembre de 2008

Apunta a un blanco



Apunta a un blanco

                                 ancla la mira

contiene el corazón esos segundos

hasta que llega el rumbo

 

un silencio de cenizas

raspa el ojo atento

cuelga una hoja

                         vuela un árbol

 

el arma en péndulo bordea la sombra

de la boca al pecho

                               una cruz de vidrio

talla una muerte

y algo explota

sale de la mano cerrada

rozando el aire

impacta en la sien y cae

como una piedra sobre el agua

 

apunta al blanco

                           yermo

y anuncia el arma vacía

reluce, por fin

de lejana soledad

sobre el corazón

                            del árbol que ha caído.



El más leve dolor



El más leve dolor

                              en la sangre

el temblor de vidrio en las manos

que cruza el silencio/el refugio

 

el más leve sendero

                               en el nervio

que bifurca la roca

 

los lamentos sobre el muro

oh! dios!

               sobre cada fantasma

                                                  en mi cerebro

 

sin brújula

un silencio de papeles

                                   corta la sombra:

a partir de aquí no hay nada

 

tal vez una rodilla hincada en el barro

el aliento expirado

                              húmedo

que draga el aire

 

tal vez el comienzo del salto

el brillo que hiere la retina

allá lejos

como ese humo de la boca

                                           imposible

                                           denso.