Lo que estaba de mi
ese llamado
el ruido
en la orilla galopada
el mar que abandoné
lo que estaba como un hueso
sostenido por años
siempre en la frontera
en el susurro del aire
en el hilo tenso que sostiene
el sueño de niñez
o las ventanas
lo que quedaba
atrás
en las cenizas aun tibias
en los remos viejos
que empujaron hasta el mar
las manos duras
los ojos perdidos en el aire
allí
aun
en la parte vertical
en la que eleva
una lluvia apenas
al azar
un murmullo
recuerda
el trazo de los nombres
en la tierra
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