jueves, 30 de octubre de 2008

Premio Clarín de Novela

Mi hermana Raquel Robles ganó el premio Clarín de Novela. Es un orgullo increíble. 

"Perder", la novela, es tremenda, contundente, merecedora.
 
Pongo aquí su foto, entre mis palabras, porque ella es siempre uno de los nombres que siempre invoco. 


lunes, 27 de octubre de 2008

Yacía


Y yo yacía

todo viento había soplado

toda boca dicho

 

a los lados

                   en la piel

una vertiente a la sombra de mi

hacía el intento

                         despertaba partes

golpeaba cuerdas vocales

 

largos bastones de ciego

tanteaban el suelo

un hilo de voz

alguna mente en blanco

 

y yo yacía

                  era un hechizo

entraban por los ojos

luces de noche 

un lugar a donde ir

                               una fisura

la sombra apenas apoyada

ganando en altura

 

así yacía

con pocos frutos

pocas piedras en la mano:

 

nada  a cambio.



En algún lugar


En algún lugar

sostiene la mano en el cristal

 

habla hacia el vacío una lengua muerta

 

el torso

            sin aliento

sostiene la ventana

 

tal vez alguien

del lado contrario

escuche esa voz que quiebra el aire

 

el viento mueve hojas

como quebradizos gorriones

 

trasparentes las palabras

                                       se extravían

mientras se cierra la ventana

 

al girar

un paisaje de árboles oscuros

se sostiene sin luz de la tarde

 

apenas el aire mueve el agua de los lagos

mientras gira el rostro para ver

la ventana cerrada

que se llena de pájaros.



Mar adentro


Lo que estaba de mi

ese llamado

                    el ruido

en la orilla galopada

el mar que abandoné

 

lo que estaba como un hueso

sostenido por años

siempre en la frontera

en el susurro del aire

en el hilo tenso que sostiene

el sueño de niñez

                            o las ventanas

 

lo que quedaba

                         atrás

en las cenizas aun tibias

en los remos viejos

que empujaron hasta el mar

las manos duras

los ojos perdidos en el aire

 

allí

     aun

en la parte vertical

en la que eleva

una lluvia apenas

                             al azar

un murmullo

recuerda

el trazo de los nombres

                                      en la tierra

 

mar adentro


Me arrojo


Me arrojo a ti

como una piedra:

derrumbo el aire alrededor

                                           lo parto

me quiebro raramente

ofreciéndome

 

mientras

al filo

como una rama común de invierno

                                                        vacía/latente

espero tu señal

la palabra nunca prometida

el roce

            que me das

                               de agua

de alguna tibieza en la mirada

 

espero tu marrón

la lengua ebria

de punta a punta

                            lanzada

en mi lengua

 

me arrojo

lleno de palabras

a lo hondo

 

intento retenerte/hechizarte

me arrojo:

                 vuelo a ciegas.



Frente a mi


Frente a mi

si no estuvieses

cada hoja de esta calle

cada piedra

                   golpearía

y de ese ruido de río debajo de las sombras

todo iría muriendo

 

Si no pudiese poner la mano sobre el cuerpo

si al girar los ojos

desde dónde viene la noche

no encontrase nada tuyo o sólo una tibieza pasada

un lugar vacío

 

Si no pudiese

                      como puedo

contar los nacimientos

la curva del hombro o del cuello

habría sólo cenizas en mis ojos

polvo de esas piedras

las tristezas

 

Pero estás y llueve al lado de tu boca

crecen ramas

                     como redes

y atamos las manos a los cuartos

y colgamos los cuadros que pintaron los amigos

nos bebemos el uno sobre el otro

                                                     nos cubrimos

besamos este húmedo cielo que nos tapa

y regresamos

 

De los cuartos vuelan las voces de la casa

de cada puerta una boca

algún corazón salido del cuerpo

y el viento que entra

junto a la luz en la ventana

donde siempre estás

mirando la calle.



jueves, 16 de octubre de 2008

Surco



Miro

 

en la distancia

                          en cada selva

que puedo vigilar desde la altura

en cada verde al son del rastro planetario

 

miro

 

pienso en el  bosque

que la tarde marea

en los árboles que tambalean

en el aire de las hojas

en el viento que levanta la sombra

 

hay un golpe en la retina

hay un silencio

y una huella hacia los muros

 

no sé de dónde soy

                               supongo

o dónde está la casa

 

no sé dónde suben escaleras

qué murallas imposibles

qué animal en vilo

                              de cenizas

marca/esconde

                         la huella tras de mi

 

miro

esta vez no hay pupila

                                     en la pared

o párpado clavado en la mesa

esta vez no está la mano

ni los dedos temblando como el árbol

 

sólo un viento que sofoca

un puñado de nombres que atropellan

y la cara  –que no aprende–  contra el humo.



Algún lugar


Hay un rincón de algún lugar

cualquier lugar

cualquier ciudad

donde se pone oblicuo el pie

y se resbala

y caen desde los ojos

tan viejos horizontes

 

hay una ascensión

el vilo de los pájaros

o el latido de las alas en el aire

alguna distancia que se quiebra

el cualquier lugar

y nunca más es lo que fue

 

nada que pueda medir

sin ancho o largo o profundo

sin tiempo claro

en algún momento

                               en un giro

                                                desarticulado

 

algo de mi alrededor se desvanece

salta una cornisa

                            a ciegas

 

soy entonces

                      algo menos

menos nombre

menos polvo

menos aire

para la insaciable boca del final.



Noto un viento



Noto un viento helado en la espalda

pequeño

              en un punto preciso

como el colmillo clavado

del lobo

              en una vértebra

 

No quiero moverme

hay cierta magia en la punzada

la puerta

              el pulso

que hace palpitar

un angosto corazón

 

Me sostiene

                     hace años me sostiene

un viento frío contra mi

fuera del alma

como si colgase del cielo

 

sólo me deja mirar

                               el árbol

la hoja en un abismo

una tierra cercana

el cálido aliento del lobo

el aire que entra y sale

                                     y se levanta

sobre el viento helado

 

adentro.



Alrededor


Para Sumito


Vuelan alrededor

                            silban los pulmones

llenas las miradas esta noche

y flota el cúrcuma

en los vinos y los nombres

 

tantos años viéndonos las caras

espejados los sabores en los ojos

 

como una música que golpea los mesones

el tamborileo del cuchillo en la madera

marca el corte del aire que se espesa

como un adorno

un arabesco en el borde de la lengua

 

de qué tierra vendremos a la mesa

y haremos rondas con la boca llena

de frutas extranjeras

 

de cuál olor vendrán los recuerdos

                                                        las infancias

 

en qué ciudad o templo

se cocinarán los próximos encuentros

 

dónde volcaremos los vinos

                                              el aliento

y  nos juntaremos

a bailar como locos alrededor de la comida

como niños

festejando cada piedra tibia

cada bocado

que los amigos pongan en la mano

cada sal

              como un beso en la boca.



Allí



De qué pedazos van saliendo

de cuál forma del incendio

va el calor cincelado

                                 en el pliegue de la mano

 

Allí anda el vacío

                             de costa a costa

entremuerto

reclinado sobre mi

dejando caer una hojarasca

sobre el pecho que florece/late

en este corazón

 

Allí anda el abismo

que me mantiene vivo

en ascensión

                     en eco

como una gota de lluvia en línea recta

que busca el fiel de la balanza

 

Aquí este salto

al final

            a ciegas

                         al silencio.



miércoles, 8 de octubre de 2008

El psicoanalista

A José Rehin


Cuánto tiempo

                         en el reloj de arena

                                                         es necesario

escondido tras el muro

de los libros

los papeles

los pequeños libros

que rebotan en la mesa

como la voz de los secretos

en las paredes sensibles de este cuarto

 

cuánto tiempo

                       es necesario

para la frente clara

                               de la desesperación

de las voces al azar llenas de voces

que ocultan palabras tras la boca

mientras se bebe el calor por las manos

 

cuánto necesito extraviado

entre los monstruos de papel

cuanto tiempo para el puente

que permita los despojos

o volver con las semillas

                                       en los ojos

que ven crecer

 

qué crecerá de este granizo

qué miedos como astas

mientras flamean los papeles en la mesa

y muerdo las palabras

 

qué debo esperar de este reloj

                                                 que junta arena

mientras quedan las palabras

saltando en la mesa

 

mientras salgo

                        por la puerta

que me lleva por delante

 

qué debo esperar

de mi

           que no haya sido

 

 

El coleccionista de arte


Conté catorce paredes vacías:

nada alrededor

ningún fantasma

 

a veces una lágrima ciega

rebotaba en el suelo de madera

 

como si se pegasen las huellas al piso

sonaban los pasos

                              crujían

 

había una mesa alta

y una figura de brillo negro

cruzaba las piernas sin retorno

 

la cama parecía un desierto

                                             y allí

un hombre intentaba curarse

una gripe demacrada

                                  un ojo rojo

 

conté catorce paredes

                                   -había más-

los cuadros se suspendían cómo sombras

se miraban a sí mismos

sus bocas pegadas al ladrillo

dormían en silencio

 

apuré la retirada

temí a las cabezas monstruosas

a los hilos delicadamente colocados

en las columnas estériles

a las letras de los libros

de las largas bibliotecas

 

temí derretirme en el piso de aquella casa enorme.



Ah! Dios!


Ah! dios
cómo me fallas
sólo hay dudas
sólo aire segado alrededor
sólo tierra negra

yo te creía omnipresente
en cada especio o abandono
te imaginaba como al polvo
dueño de las sombras de los ojos
de campanas despertando a medianoche

te imaginaba rodeado de alas
pájaros saliéndote del cuerpo
inmaterial

pero me fallas
dios
todos los días cuando intento
poner el cuerpo al sol y no desesperar
cuando irrumpen los nombres en mi boca
como si explotara la muerte

me fallas porque omites
mi mano hacia abajo
hacia arriba
en el espejo donde no estarás

me fallas cuando yaces sin formas
sobre mi cara y asfixias
no consuelas
sólo sombras/relojes
entre estos sueños que se mueren

ah! dios
cómo me dejas
permites mis puños apretando el aire
intentando asirte cada día
en cada lugar
donde no existes.


Abraza


Dónde se sienta
dónde abraza con el calor de la noche
al hombre que se queja

Van de muerte los ojos
inundados
en torno a las paredes de un cuarto

afuera hay ruido de autos o de perros
gritos de sombras sobre una calle rota
van papeles como pájaros
dando volteretas
–es un circo blanco
glaciar
que corta el aire –
hay
tropeles de hombres en los muros
sin destellos
ungidos de hojas
como árboles sonoros en el alboroto de los días

afuera
como mármoles
se apoyan amantes en las viejas escaleras
se hablan besos
dicen lenguas
discursan manos sobre el pecho
y se elevan
silencios en las bocas

pero aquí
abrazado a las paredes del cuarto
un dolor como un brazo extendido
algún tentáculo final
alrededor

y sobre la sábana la cabeza
que duerme
del dolor que despide la muerte.