miércoles, 8 de octubre de 2008

El coleccionista de arte


Conté catorce paredes vacías:

nada alrededor

ningún fantasma

 

a veces una lágrima ciega

rebotaba en el suelo de madera

 

como si se pegasen las huellas al piso

sonaban los pasos

                              crujían

 

había una mesa alta

y una figura de brillo negro

cruzaba las piernas sin retorno

 

la cama parecía un desierto

                                             y allí

un hombre intentaba curarse

una gripe demacrada

                                  un ojo rojo

 

conté catorce paredes

                                   -había más-

los cuadros se suspendían cómo sombras

se miraban a sí mismos

sus bocas pegadas al ladrillo

dormían en silencio

 

apuré la retirada

temí a las cabezas monstruosas

a los hilos delicadamente colocados

en las columnas estériles

a las letras de los libros

de las largas bibliotecas

 

temí derretirme en el piso de aquella casa enorme.



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