jueves, 18 de septiembre de 2008

Impresora digital


Debo reparar mi impresora digital

ajustarle palabras proscriptas

acomodarle tintas y voces

que tarde o temprano deberé decir

 

desencorvarla,

iluminar sus puntos de contacto

sus diodos apagados

sus seis botones inútiles

y una inmensa – dolorosa – cantidad

de hojas en blanco.

 

Debo inyectarle árboles y amantes

polvo, gusanos de seda,

poner en marcha la fatiga del hombro

la visibilidad las flores

el viento inextricable


 

Debo darle vino, desesperanza, naufragios

y una suma no muy clara de silencios

 

y luego,

debo vigilarla

no dejarme sorprender por el vértigo

de su uso incontenible,

de su respiración sin ventanas,

y no dejarla caer

en mi habilidad para el olvido.

 

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